Era
un día cualquiera, en la oscuridad de una noche mística y sagrada,
cuando el brillo de la luna, limpiando de nubes un cielo encapotado,
vislumbraba, acompañado por las estrellas, una pequeña senda
forjada por la sabiduría de los relatos populares e inundaba el
camino de nuestros corazones con una de esas escenas que merece ser
conmemorada a través de los tiempos.
Bajo
la luz de aquel reflejo, mirando a través de él como si de una lupa
curiosa se tratará, se abría paso una claridad serena, donde se
divisaba, como escenario principal, el cobijo de un árbol
ceiba, robusto e imperante, como si de un templo maestro se tratara.
Sus raíces arraigadas en aquellas tierras nutrían con su sabia el
soporte de un tronco fuerte y macizo que, moldeado al antojo del
paisaje natural , recibía, con sus ramas expuestas al cielo y
el esplendor de sus hojas a punto de estallar una memoria almacenada
de épocas remotas.
A
sus pies, hechizado por su embrujo, un anciano, vestido de peregrino
y de aire sosegado en su mirar , se
acomodaba en silencio y permanecía como una tímida llama, en aquel
pequeño rincón, esperando a que una de leve brisa le devuelva toda
la luz y fuerza para revivir , en su contemplación con la luna y
bajo la influencia placentera de mágico aroma nocturno, una de
esas historias que nos desvela los misterios de una verdadera
educación.
Sus
ojos catárticos en el instante y ensimismados en esa inmensidad,
conseguían sumergirse en la cara oculta de la luna, avistando
en su infinidad toda una caligrafía cósmica con un alfabeto de lo
primordial, parábolas planetarias de leyendas de lo cotidiano
recopiladas en una enciclopedia universal, con un lenguaje
sencillo y cercano, que se podía palpar de su simplicidad.
Historias
que aun habitan en las entrañas de los bosques salvajes y en las
profundidades de los mares, escondidas en algún lugar del matorral
espinoso que crece en todos los senderos o que se dejan divisar en
las copas de los pinos como un culmen al caudal de lo esencial.
"BRÚJULAS
HACIA NUESTRA IDENTIDAD¨
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